Nací en la Patagonia, pero no hay nada en los aspectos formales de mi pintura que sugiera que soy de allí. Crecí viendo Cartoon Network, leyendo cómics, manga y libros de arte, lo que le dio a mi obra una apariencia que podría llamarse internacional, o al menos «no local».
Esto no era algo que me cuestionara mientras vivía en Chile, pero al llegar a Londres, comencé a preguntarme qué significa ser un pintor latinoamericano, ya que “estando aquí, soy de allá.”
Me vino a la mente la historia de Jemmy Button: un nativo yagán llamado Orundellico, quien fue comprado por un botón de nácar por el capitán Robert FitzRoy del HMS Beagle, ganándose el nombre de Jemmy Button. Durante la expedición a Tierra del Fuego del Almirante FitzRoy, Jemmy y otros tres nativos—York Minster y Fuegia Basket a la izquierda, y Boat Memory, quien murió durante el viaje, a la derecha en la pintura—fueron llevados a Inglaterra, donde se les enseñaron las costumbres inglesas, el idioma y la religión católica. La esperanza era que al regresar, pudieran servir como intérpretes y evangelizadores.
Después de un año de educación inglesa, de presentaciones en la sociedad británica y un viaje de regreso en el Beagle con Charles Darwin a bordo como nuevo miembro de la tripulación, Jemmy finalmente se reunió con su familia. Sin embargo, descubrió que había olvidado su propio idioma y fue rechazado e incluso atacado por otras tribus locales, quedando en un espacio liminal de pérdida, sin ser ni de aquí ni de allá.
La compleja historia de Jemmy Button, resumida brevemente aquí, resuena como una metáfora de la pérdida de la identidad local bajo la influencia de una cultura dominante. Para mí, simboliza mi propio viaje desde la Patagonia a Inglaterra, donde he llegado a aprender el “lenguaje y las costumbres” de la pintura.
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