Tengo una buena cámara de bolsillo, me la compré hace un tiempo con el propósito de tenerla siempre conmigo, pero nunca es tan así… La verdad es que cada vez trato de caminar más atento a esos pequeños aciertos –que no se muy bien cómo describir, pero que he tratado de pintar– y lamentablemente no son pocas las veces en las que me encuentro con un buen objeto y una buena luz, sin una cámara en mano y digo «pucha, la próxima vez voy a estar con la cámara»… pero nunca es tan así.
Varias veces me ha funcionado mejor estar en «modo búsqueda». Algunas mañanas, algunas tardes camino largo y tendido por lugares que me parecen mejor que otros (sólo porque si), en donde van apareciendo algunas coincidencias, algunas cosas interesantes y asumo que ese día y en ese lugar estaba lo que necesitaba. Entonces trato de no pensar en todo aquello que no vi, que olvidé, que no tenía la cámara, y de algún modo imagino me van a esperar y van a volver a aparecer en otro lugar, en el momento en el que decida salir a buscarlos, a encontrarlos.
Porque al final de algún modo es verdad, siempre hay nuevas coincidencias, no se gastan, no se agotan, están ahí y te esperan hasta que apareces.