Es difícil decir que esta pintura parece una piedra, pero lo cierto es que la piedra que dibujé no parece una piedra. Por supuesto esto se debe a que sé que esta pieza pertenece a una serie más amplia, y eso va a permitir todas las formas de decir «piedra», desde algunas más tradicionales a otras que navegan en los bordes del concepto. De hecho, lo importante de este modo de afrontar el modelo es que –este modo– también se filtra a los otros problemas del pintar.
Ya que me encuentro en el proceso de entender «cómo» pinto, todos los mismos problemas tienden a aparecer, pero con la diferencia que esta pintura se asienta sobre la anterior y por los tanto existe más libertad y experimentación. Ya que, si bien todos los mismos problemas de «cómo» tiene que lucir, cuán detallado o no tiene que ser, en este caso puede ser «una» solución y no «la» solución, sintiendo que rápidamente va a haber otra pieza que la proceda…
En el fondo estoy comenzando a sentir la libertad que tenía cuando genuinamente dibujaba «una vez al día», y la libertad de experimentación, del crudo y total compromiso con algo que sabes que va a ser reemplazado. Es decir, ahora que ya estoy pintando todos los días, puedo sentir que una pintura llegó a su término una vez que cumplió «su» propósito, y no «todos» los propósitos, y así poder saltar a la siguiente –como se de un mito se tratara– a recrear todo el ciclo.