Don Tito tenía un kiosco a un par de cuadras de mi casa, donde lo vi vender diarios por años… un día me acerqué a él y le pregunté si podía sacarle una foto apuntando a la cámara en mi mano, “soy pintor” le dije, y levantó alto las manos mientras decía “claro” y tomaba impulso para levantarse de su silla de playa estacionada en la vereda.
No pinté nada a su alrededor, sólo quería pintarlo a él.
Cuando hube terminado el cuadro me encontré con una nota afuera del kiosco, decía que habían cerrado por duelo junto con algunas flores arrimadas en el piso. Esto fue antes del covid.
He pasado nuevamente por el lugar y algunas veces me encuentro una señora de edad atendiendo el lugar.
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