Tiempo atrás, aún en el 2019, hice una pequeña acuarela basada en la famosa imagen del hombre que se enfrenta a los tanques en medio de las protestas de la Plaza de Tiananmen de 1989 en China, apodada “Tank man”. En ese momento la pieza -y el conjunto de obras que hice en esos días- me permitió darme cuenta que podía hacer y decir lo que necesitaba en mis piezas, y dejar atrás un pudor autoimpuesto que no le servía a nadie.
Al mismo tiempo descubrí una manera de trabajar más inmediata y libre, que me permitía generar imágenes nuevas en formato rápido y pequeño, que -si funcionaban- podían convertirse en piezas mayores, en ambición y escala.
Una diferencia importante que guarda la versión mayor de las dos «Dignity Square», es que cuando estuvo casi completa decidí ensuciar la pintura, dañarla un poco, convertirla en una especie de recuerdo inexacto, tanto difuso como borroneado, tal vez haciendo relación a un momento aún en transición, aún sin desenlace, que vive en un espacio entre un recuerdo y un sueño.
Curiosamente -y con un profundo sentido documental- decidí guardar el momento principal de la “destrucción” de la imagen como parte de un pequeño video que hice sobre mi trabajo durante cuarentena, -haciendo una clara alusión a Gerhard Richter y su forma de trabajar con grandes paletas- donde pueden ver el momento en que lanzo la pintura naranja sobre el cuadro.
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