Esta tercera acuarela –de huesos de un guanaco– resulta bien similar a las anteriores, pero el proceso fue menos expedito que las otras dos; Hay una memoria frágil relacionada con el hacer, personalmente me gusta pensar que no tengo una técnica o una forma particular al abordar una nueva acuarela u óleo, y me enfrento sin ideas preconcebidas a cada pieza y muchas veces cambia según el modelo y la materialidad del mismo, pero la verdad –como sucedió el día de hoy–, si bien partí con esa sensación de tabula rasa, hay un «tanteo», una búsqueda mucho más larga cada vez que pierdo la regularidad de los dibujos, ya que eso que sé dura poco, y es más sencillo sostenerlo día a día, como iniciar un fuego con las brazas que quedan de la noche anterior, siempre evitando crear una fórmula o una repetición mecánica, ahí creo que son las veces que cambio de técnica o modelo.
Creo que de lo que me gusta carecer es de una planificación consiente de lo que voy a hacer, una especie de planificación verbal de los pasos, pero sí hay –como mencioné antes– una memoria, y una saber hacer, que si alguien me pide que lo describa, me sería mucho mas sencillo comenzar una nueva acuarela y que vea como voy resolviendo los problemas, que decirle cómo lo hago…