Para la tercera acuarela de este tríptico el proceso nuevamente fue algo distinto, así como los colores, en una forma de trabajar que siempre es algo diferente, asunto que de algún modo expliqué en la última acuarela. Lo que vale la pena mencionar en esta tercera ocasión es que mientras trabajo, estoy tan involucrado y apegado a lo que hago (sin ver, ni revisar cómo se compara lo que hago a las acuarelas anteriores), que cada parte de la pintura me parece un terreno completamente distinto y nuevo, trato de mezclar los colores de distinta manera, afrontar las formas diferente, cambiar el modo en que las sombras no se qué, etc… y ahora que pongo las tres acuarelas en comparación… todos los detalles que vi como abismos de distancia ahora me parecen tan similares y coherentes, que me hace pensar lo distinto que es ver los trabajos como «quien los hace», que como «quien los ve».
Otro punto importante es que el uso de las series, creo que es un formato que se acomoda a mi forma de trabajar, ya que en primera instancia, estoy aceptando el hecho que puede que sea un miniaturista –y antes no lo era–, y en segunda instancia, tengo que sumar el hecho que la cantidad de trabajos que hago es una cualidad de la que se puede alimentar muy bien el trabajar en «series»… Quiero decir que el trabajar en series me permite no concederle tanta relevancia a todo lo que sucede en la imagen, ya que a veces es accidental (ya que trabajo desde fotografías), ya que muchos de esos detalles pasan a entenderse como un todo. Un buen ejemplo de esto último es el pulgar que falta de la mano izquierda de «manos cosiendo» –debido a la posición de la mano– es algo relevante cuando es la única acuarela de ese tipo, pero pasa a ser una posición más de las distintas posiciones que adopta una mano mientas cose una ves que ves el tríptico completo, y de verdad pasa a no importar tanto.